Vivimos en un mundo dominado por un exceso de información.
Por todos los lados nos bombardean, a todas horas, con información.
Y eso ya es un problema porque está alterando nuestra capacidad de atención y nos está volviendo cada vez más superficiales. Es un problema que ya tiene su neologismo para etiquetarlo: INFOXICACIÓN. Nos están convirtiendo en «lectores/as de grandes titulares».
La llamada Ley de Murphy establece que «si algo puede salir mal, saldrá mal» o en su versión más actualizada que «si algo puede empeorar, lo hará». Ignoro si estas aseveraciones carecen de una mínima base científica, pero por si no teníamos bastante con la sobrecarga informativa, con la infoxicación, ahora constatamos que una parte de esos mensajes que recibimos son mensajes falsos y que trasladan al receptor información falsa y fraudulenta.
Si navegamos por las páginas webs o por las redes sociales, es muy fácil encontrar informaciones que son auténtico humo. Eso que los anglosajones denominan «Snake oil«. Son informaciones fraudulentas que pueden ocasionar daños incalculables.
Hace un tiempo descubrí en un red social una información que venía a asegurar que el cáncer se curaba tomando una solución de agua bicarbonatada con limonada. Llevado de mi condición de científico, expuse a los responsables de la publicación la falsedad de sus argumentos y la gravedad en la que incurrían si alguien, con menos formación que yo o con menos espíritu crítico que yo, abandonaba un tratamiento quimioterápico, para beberse cada día un vasito de limonada con bicarbonato.
Mis esfuerzos fueron vanos. Lo único que conseguí es que toda una cohorte de iluminados cayera sobre mí y me dedicasen todo tipo de insultos.
Y desde entonces tengo un «run run» que me come por dentro. «Eso» en lo que pienso tanto es en la RESPONSABILIDAD que tenemos la comunidad científica.
Los/as científicos/as, al menos los pertenecientes al Sector Público, tenemos una responsabilidad añadida. Somos los garantes de la información fidedigna. La sociedad nos ha formado. Ha invertido en nosotros y nosotros/as custodiamos el saber científico. Pero no lo custodiamos para engordar endogámicamente nuestros curricula. Tenemos una responsabilidad: la de dejar claro que es científico y que es humo.
Y los/as fiscales, también. Debería perseguirse de oficio, la difusión de información manifiestamente falsa. ¿Por qué? Sencillamente porque eso es TERRORISMO.
Si alguien por leer una información falsa, abandona un tratamiento anticáncer y como consecuencia, fallece ¿no es eso terrorismo?.
Con el agravante de que una bomba terrorista que estalla, una vez causados los estragos, pierde su funcionalidad. Pero esa información fraudulenta continuará causando daños y daños, mientras no sea eliminada y los responsables de su difusión, juzgados y condenados.
Desde aquí, reclamo la acción de la Fiscalía.