En 2004, se estrenó la película El Libertino, dirigida por Laurence Dunmore y protagonizada por el actor Johnny Deep que da vida a John Wilmot, segundo conde de Rochester. Wilmot fue una de las personalidades más complejas de la historia de Inglaterra, que alcanzó la popularidad en la época de la Restauración inglesa, gracias a su talento y a su estilo de vida lascivo y rebelde.
Al final de la película (que está disponible en Youtube), el aristócrata se muestra con una prótesis metálica que oculta los estragos que la sífilis había causado en su nariz. No es una ocurrencia del director de la película.

Se trata de un trabajo de lo que hoy se llama anaplastología y es una rama de la medicina que aúna Arte y Ciencia. La anaplastología se define como el arte, la artesanía y la ciencia de restaurar la anatomía ausente o malformada a través de medios artificiales.
Una de las personas que más éxito consiguió en esta materia fue Anna Coleman Ladd y esta es su historia.
Nacida en 1878, en Filadelfia de John y Mary Watts, Anna Coleman Ladd (nacida Watts), fue educada en escuelas privadas de Estados Unidos y Europa.
A los 27 años se mudó a Boston para casarse con el pediatra Maynard Ladd, con quien tuvo dos hijos, Gabriella May Ladd y Vernon Abbott Ladd.

Trabajando en su estudio de la bostoniana calle Claredon, Ladd pronto se conviertó en una las escultoras más prolíficas de la ciudad, creando fuentes, bustos, monumentos y relieves. Además, escribió dos novelas, Hieronymus Rides en 1912 y The Candid Adventurer en 1913
Entre 1907 y 1915, Ladd realizó exposiciones individuales en la Galería Gorham de Nueva York, la Galería Corcoran en Washington, D.C. y la Academia de Pensilvania en Filadelfia. También fue invitada a exhibir sus bronces en la Exposición Panamá Pacífico en San Francisco.
En 1914 esculpió una estatuilla de bronce de Eleanora Duse para la que posó la actriz. Más tarde realizó los bustos de Anna Pavlova y Ethel Barrimore.
Anna Coleman Ladd, ya era una gran artista en 1917 cuando su carrera experimentó un punto de inflexión y un reconocimiento social todavía mayor del que ya disfrutaba.
Con su marido, se traslada a Francia, donde el doctor Maynard Ladd, es nombrado director de la Oficina de Niños de la Cruz Roja Americana en Toul. Fue en ese momento cuando descubrió el trabajo de Francis Derwent Wood en el Departamento de Máscaras para Desfiguración Facial en París.
Después de conocer a Wood, Ladd fundó el «Estudio para máscaras de retrato” de la Cruz Roja Americana para proporcionar el uso de máscaras cosméticas para hombres que habían quedado gravemente desfigurados en la Primera Guerra Mundial.
Su trabajo era magnífico. Los soldados acudían al estudio de Ladd para que les esculpieran la cara y el rostro en arcilla o plastilina. Ese modelado, se utilizaba después, para construir la pieza protésica de cobre galvanizado, extremadamente fino. El metal era pintado con esmalte duro para asemejarse al tono de piel del portador.

Además, Anna Coleman Ladd usaba cabello real para crear las pestañas, cejas y bigotes. La prótesis se fijaba a la cara con cuerdas o anteojos.
Por su gran trabajo, Francia le concedió la Cruz de Caballero de la Legión de Honor y Serbia la Orden de San Sava.
Anna Coleman Ladd murió el 3 de junio de 1939 en Santa Bárbara, California, habiendo contribuido notablemente a mitigar los efectos de la desfiguración en numerosos rostros de soldados.
Recomendamos encarecidamente el video grabado en el estudio de Anna Coleman Ladd, donde se la puede ver realizando su magnífico trabajo: